miércoles, 16 de septiembre de 2015

Tom Maver



Tom Maver nació en Buenos Aires, 1985. Poeta y traductor, estudió poesía con Osvaldo Bossi y Walter Cassara. Traduce principalmente poesía estadounidense, y publica algunas de esas traducciones en su blog Hasta Donde Llega la Voz. Desde el 2013 edita junto a Patricio Foglia el blog Malón Malón.
Fue editor de Viajero Insomne Editora. Actualmente dicta talleres de poesía junto a Martín Vázquez Grillé.
En 2009 publicó Yo, la incesante nieve (poesía).

* * *

Estas piedras dispersas
¿qué fueron: una muralla,
una columna, una estatua griega?

No sé qué dicen.
Hablan diferentes lenguas
al responder de dónde vienen
las partes de mi corazón.

Me asusta
que en su desvarío
llegue un punto en que empiezan
a hablar cuerdamente
acerca de su locura.
No razonan en su pasión
sino que apasionan su razonamiento
hasta velar las explicaciones

Yo sigo el curso sacudido
de sus desacuerdos porque me sirve
para descifrar lo que en verdad piensan
 acerca de cuando estaban unidas
y yo aún sabía lo que pasaba en mi corazón.



Hablarte mientras dormís
es lo más parecido que conozco
a escribir un poema.

Sujetada a tu respiración, amagás
con irte, con quedarte.

Es como si no estuvieras del todo
y esa suerte de intermitencia
me va guiando en lo que digo.

Paso la mano por tu cuerpo
y se hunde en el puente
que atraviesa de ayer a hoy
y te pierdo y te sigo en el pasaje.

¿Qué se oye, qué dirección
toma ese largo devaneo?

Las frases te acarician el cuerpo,
te tapan y sin querer te olvidan
en su afán de acomodar
el rasgueo de tu respiración
al tono oscuro de mi voz.

¿Qué le hace a uno alargar más
y más la declaración, hasta casi sabotearle
lo poco que tiene que decir
para quedarse revoloteando
alrededor del silencio como
de un fuego que mantiene despierto
al enamorado de las palabras?

¿Qué duración, qué soledad
atraviesa el insomne
con la sospecha de que, quizá, no esté solo
en la inmensa noche?

Es posible que más tarde
llegue de algún lugar
inexistente para mí
y sin terminar de abrir los ojos
estire la mano, diga alguna cosa
y yo, del lado del día,
en medio de la nada, la oiga mansamente.


(de Yo, la incesante nieve)

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